Dos años después de estos estudios, los
investigadores Stirn y Brähler compararon los rasgos de personalidad de
alrededor de 100 personas tatuadas, aros o grapas con
el resto de la población.
Los resultados demostraron que los individuos con estas
modificaciones corporales se consideraban individuos más fuertes y provistos de
una prolífica fantasía, así como más individualistas, desordenados y poco hábiles para gestionar sus
propias finanzas.
El investigador Kappeler (2006), comparó las
características de personalidad de 350 personas con algún tipo de decoración
corporal.
El resultado fue que las personas tatuadas tienden a la búsqueda de
sensaciones extremas, más intensas y potencialmente peligrosas (drogas,
conducir contra dirección, etcétera).
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