A pesar de las diferencias y los rasgos característicos que han aparecido en
estos últimos estudios, debemos tener presente siempre las diferencias
individuales y jamás juzgar por la apariencia.
La presencia de
relaciones entre, por ejemplo, consumo de drogas y presencia de piercings o
tatuajes no implica que una persona por el hecho de hacerse un tatuaje
se convierte en un drogadicto, ni mucho menos.
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