A finales de los años 60 se introdujo el láser como método más eficaz de
borrado de tatuajes no deseados, aunque realmente se extendió a partir
de los años 80, gracias a mejoras tecnológicas que permiten eliminar
color por color.
aún así deja una quemadura que habitualmente suele transformarse en cicatriz.
El tamaño del tatuaje es importante,
puesto que va a determinar el número de disparos láser requeridos para
el tratamiento y, por tanto, el tiempo de cada sesión, y su precio,
claro.
Y el color también importa. Determinados
colores, como el amarillo y el naranja, pueden ser extremadamente
resistentes a su eliminación. El color verde responde de manera variable
al tratamiento. Los tatuajes negros o azul oscuro son los que mejor
responden al láser.
¿Quedan marcas?
A excepción de pequeños tatuajes
“amateurs” de color oscuro, los tatuajes profesionales o de varios
colores suelen dejar algún rastro en la piel, de manera que es difícil
que se borren por completo, aún realizando múltiples sesiones.
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